miércoles, 28 de septiembre de 2016

Aprendamos de los rockeros

Dice el dicho que nadie aprende con experiencia ajena, pero pienso que algo nos puede quedar de las experiencia de los demás. Según la psicología conductual, es mucho lo que se aprende por el comportamiento de las demás personas y hasta de la sociedad misma.

Recientemente escuché a unos de mis “ídolos” de la juventud hablando por la radio, narrando su estado actual de salud. Su nombre es Eddie Van Halen, guitarrista de la banda de rock de los ochenta Van Halen. Según dijo ese día, padece de varias enfermedades y una de ellas, irónicamente, no le permite tocar guitarra como antes.

No quiero decir, porque no lo sé a ciencia cierta, que las consecuencias que están viviendo la mayoría de todos estos rockeros de los setenta y ochenta sea hoy en día en su totalidad por la forma de vida que vivieron en aquellos días: fiestas diarias donde corría el alcohol, las drogas y el sexo sin filtro. 
Como decían en ese entonces: “Sexo, drogas y rock and roll”. Pero con mis limitados conocimientos del cerebro y de la mente pienso que si debe tener un peso preponderante en su deterioro físico.

Hoy en día quizás los estilos de música han cambiado u poco, por un lado establo los ritmos pop, influenciados por la música de los afroamericanos, por otro lado, está la música electrónica como el house y sus diferentes vertientes. Y como todo en la música, están los famosos que representan cada género. Ahora le está tocando a ellos vivir la vida desenfrenada de la fama y el éxito financiero que eso acarrea. Pero al igual que los rockeros en su época, son “ejemplo” a seguir por millones de niños y jóvenes y hasta adultos. Muchos de ellos quisieran vivir la vida de esos músicos.

Pero la verdad es que el tiempo pasa y no perdona. La fama, las modas y hasta el dinero en muchas ocasiones pasa, si no pregúntenle a Vanilla Ice,  por ejemplo. Pero el punto es que nuestra juventud puede aprender de las lecciones del pasado y entender que esos sistemas de vida de exceso van atraer necesariamente consecuencias devastadoras para cuando pásenlos 40 años de edad.

También se, porque lo recuerdo como si hubiese sido ayer, que de adolescente uno piensa que es inmortal y que los cuarenta falta mucho para llegar. Pero también se porque lo viví, que llegan antes de lo esperado, y la vida, al igual que el universo, es perfecto, en armonía y equilibrio, y todo tiene consecuencias.


Así que los invito a que conversemos con nuestros jóvenes y traigamos a colación este tema, para que se den cuenta de lo que les pasó a los músicos de antes, que es el futuro que le depara a los de moda actuales, y que ellos pueden estar más que agradecidos con la vida, con Dios, y en algunos casos, con sus padres y familiares, por la hermosa y sana vida que están viviendo, pues casi que les garantiza un porvenir sano y prometedor.

martes, 7 de junio de 2016

Breve reflexion sobre los hijos

Si tu hijo no te hace sentir emociones extremas, no es tu hijo o tú no eres su padre. Desde El mismo comienzo, cuando te enteras que está por nacer, ya te comienza a provocar emociones encontradas. Por un lado sientes la alegría que produce poder traer al mundo alguien de tu misma sangre, de tu propia descendencia, alguien que con su tierna sonrisa acariciará tus mejillas desde ese mismo momento en adelante. Y por otro lado te llena de miedos e inseguridades por no saber si vas a poder con tamaño responsabilidad de cuidarlo, protegerlo y llevarlo de la mano para convertirlo en una persona de bien.

A medida que va creciendo, destapa esa caja de pandora emocional, en donde descubrimos nuestros propios ansiedades, fortalezas y virtudes. Despierta la compasión y ternura que quizás pudo haber estado estancada en el pozo del pasado, dejándola fluir hacia torrentes de agua viva, desbordando risas y carcajadas a lo largo del diario compartir.

Si estás trabajando mucho, para supuestamente poderle proveer sus necesidades materiales, te cuento que va a crecer y recordar más las necesidades sentimentales y emocionales que le hayas inculcado y compartido en esos ratos en donde ambos se sumergían en juegos, caricias, abrazos y risas.

También la mano fuerte y firme, sin llegar a ser ni retadora ni abusiva, es necesaria para la recta formación de su carácter y estima. Sus enfados y te odio no dejar de faltar, y si te descuidas tu propia valía, te pueden llegar a causar grandes agujeros en tu ya lacerado corazón.

Sus logros te hincharán el pecho de orgullo, y el corazón se colmara de gratitud y alabanzas al Creador por haberte prestado, solo por un breve lapso, a esa bella criatura que puedes llamar hijo. Su rabia y su dolor se convertirán rápidamente en tu dolor, más punzante que espada afilada, atravesará tu corazón sin compasión alguna. Sus espinas se quedaran clavadas en el miocardio, para después ser sanadas por la suave seda de sus disculpas y amor.

Tener un hijo es una locura, pero más locura es no experimentarlo. Tener un hijo es una bendición, es un regalo inmerecido que la vida nos regala. Tener un hijo es poder proyectarnos a distancias inconcebibles, llegando a futuras generaciones a través de ellas y de sus descendencias.


Te pregunto, ¿Qué quieres dejar como legado?

martes, 22 de marzo de 2016

La Pareja como conglomerado



Es por esta razón que existen un sinnúmero de libros, charlas, cursos y servicios que ayudan a comprender y hacer trabajar mejor este tipo de relaciones.

Entre las herramientas para parejas que ofrezco, suelo enseñar  la del conglomerado de la pareja, la cual muestra las áreas más comunes de interacción en la vida en pareja. 

La primera área que hay que revisar es la de la comunicación, que tan efectiva o disfuncionalmente se están comunicando en el momento presente. La segunda área es la del apoyo mutuo, si se apoyan en sus proyectos personales, en sus profesiones, sueños y deseos. Otra área es la de la demostración del afecto, si están siendo cariñosos el uno con el otro, si expresan el amor a través de todos los sentidos. Y así sucesivamente, recorriendo las diferentes áreas para su debida revisión. 

Desde tu posición como miembro de esa relación de pareja que tienes, pregúntate: ¿Cómo está...
  • la comunicación
  • la demostración de afecto
  • el sexo
  • el apoyo en las diferentes áreas
  • la sintonía en el cómo y para qué ser padres, en la educación de sus hijos
  • los valores (si los comparten)
  • la producción, administración e inversión  del dinero
  • la fe y creencias espirituales de la pareja, si oran unidos en la cama, antes de comer, en las situaciones difíciles.
El conglomerado de la pareja es una fotografía instantánea del cómo está la relación en el momento presente. Es muy similar a un informe financiero de una empresa, pues deja entrever las fortalezas y las debilidades al momento presente.

El saberlas, reconocerlas y reflexionar sobre cada una de ellas, ayuda a poder planificar a elaborar planes específicos de acción para mejorar todas aquellas áreas que estén presentando problemas en estos momentos.

Otra  idea de esta misma herramienta es la de brindar una guía continua para revisar consecuentemente todas esas áreas, y así poder estar en el mayor equilibrio posible y deseado dentro de la relación. Una posible recomendación es revisarla por lo menos una vez al mes y tomar acción de los correctivos necesarios para irla optimizando constantemente.


Feliz Semana Santa para todos, pidiéndoles que recuerden el verdadero motivo de reflexión para  esta época!

Espero que lo hayas disfrutado y sea de tu utilidad!

viernes, 11 de marzo de 2016

Baja la tapa de la poceta

Seamos honestos, en algún lugar y de alguien has escuchado las famosas frases: “ ¿Cuantas veces te he pedido que por favor antes de orinar en la poceta (inodoro) subas la tapa y cuando termines baja la tapa? Hazlo solo por consideración hacia las mujeres de este hogar… “ ¿Qué te cuesta volverle a poner la tapa a la pasta de dientes?, ¿Por qué no aprietas el tubo de la pasta de dientes  de abajo hacia arriba?, ¿Por qué no puedes poner el papel toilette de la forma correcta?, y así indefinidamente. Las últimas preguntas son de personas un poco más obsesiva-compulsivas. Pero de que las hay, las hay.

El punto importante acá no es si se hacen las cosas que el miembro de la familia o la pareja te pide que hagas. La molestia, obstinación, frustración, rabia y hasta peleas que se forman por este tipo de argumentos no tienen nada que ver con la realidad de lo que está sucediendo. Son solo escamas superficiales que se dejan ver, tocar y hasta oler de lo que se esconde en la profundidad de esas molestias acumuladas.

Para entender mejor el verdadero motivo de esas frustraciones y decepciones, habría que entender que todas esas situaciones tienen su origen en una raíz sentimental. La raíz sentimental siempre es lo que el corazón escucha, por decirlo de algún modo. El corazón solo escucha su propio lenguaje, que no es más que el deshojar la margarita. ¿Recuerdas lo que se dice cuando le arrancas los pétalos a la flor en estado de enamoramiento? Me quiere o no me quiere.

Cada vez que un “ser querido”, hace algo que ellos “saben perfectamente” que detestamos, o dejan de hacer algo que “siempre le pedimos”, es traducido automáticamente por el lenguaje del amor en el corazón como: “Esa persona no me ama”, porque si me amara haría lo que yo quisiera, valoraría mas todos esos detalles que sabe que para mí son tan importantes aunque sean tonterías.

Nada más lejos de la verdad. Esa persona puede ser tu fan número uno, te puede amar hasta querer dar la vida por ti, y eso no tienen nada que ver con que so hace o deja de hacer esas cosas.

Yo invito a todas las personas a concretarse en pensar y analizar en todo ese tipo de circunstancias qué es eso que está escuchando nuestro corazón y filtrarlo con la famosa pregunta: “¿Acaso eso que está escuchando mi corazón, que esa persona no me quiere o no me ama, es cierto, es verdad? La gran mayoría de las veces te percataras que no es verdad, no aplica, solo son tonterías nuestras.

Si la persona verdaderamente no te ama, a decir verdad, ese es su problema, porque todos los seres humanos, como hechuras de Dios que somos, somos seres amables, es decir, seres capaces de ser amados por cualquier otra persona. Si esa persona no nos quiere o nos valora, el problema lo tiene esa persona, no nosotros. El problema se convierte en nuestro desde el mismo momento en que le damos permiso a esa situación que cambie nuestro estado de ánimo, como nos sentimos y lo que pensamos acerca de nosotros mismos.


Como entenderás, al trabajar más en nosotros mismos, en nuestra propia valía, la famosa auto estima, vamos a estar más inmunes a este tipo de situaciones cotidianas perversas, desgastante y extenuantes, que ponen a riesgo un posible futuro promisorio de relaciones espectaculares, pues si no se cuidan los detalles, se está destinado a perderla.

lunes, 29 de febrero de 2016

Hogar, Dulce Hogar



Suena tan conocida esa frase que ya nos puede sonar a cliché. Pero creo que aún se puede aprender a convertirla en una realidad. 

La semana pasada una gran amiga y colega me compartió una frase a este respecto que reza: “La familia es una armonía de diferencias”. Suena lógico ¿verdad?, yo diría que hasta bonito. Pero ahora la cuestión, ¿te suena real?

Por supuesto que somos diferentes y que siempre va a haber diferencias entre los miembros de una misma familia. Ahora, la armonía la dejo al lado de la felicidad. Me explico. Tanto la felicidad como la armonía no considero que sean puertos de llegada, no son metas claras y precisas que puedas decir un día: “Ya llegué a mi armonía o a mi felicidad”. Pienso que más bien son un compendio de momentos que brillan con luz propia y nos hacen sentir de una manera específica, la cual las asociamos con alegría, contentamiento, regocijo, por ende, felicidad.


Y en los casos en los cuales podamos conseguir ese equilibrio entre las partes, estaremos viviendo momentos de armonía en el hogar. Pero me parece que a eso no se le llega solo ni por inercia ni por casualidad. Es el producto de una sumatoria de esfuerzos por partes los miembros integrantes de la familia que trabajan (y hasta hay veces que luchan fuertemente) por crear ese equilibrio, armonía y momentos de felicidad. Como dice el dicho en ingles de los gimnasios: “Si no hay dolor, no hay ganancia”. Entendiéndose que el dolor es producto de un esfuerzo incómodo que solo aquellas personas disciplinadas y motivadas pueden llegar a construir.


Esta mañana escuché en la radio a un pastor que decía que el hogar hay que disfrutarlo porque es el único pedacito del jardín del Edén que Dios nos dejó aquí en la tierra. No sé si ustedes lo sienten así, pero para mí esa idea tiene mucho sentido y emoción.


No importa que tan bien o tan mal estén las cosas en mi casa en determinado momento. Cada vez que llego de la calle y del trabajo, siento mi hogar como mi dulce oasis, en donde los brazos tiernos y amorosos de mi amada esposa me esperan. Ya no puedo decir lo mismo de mis hijos, quienes de pequeño si lo hacían (le puedo echar el muerto a la adolescencia, para no culparme por mi negligencia) pero ellos ya no me esperan de la misma manera, sin embargo, hay veces que salen destellos de ese amor infantil, el cual irradia mi corazón todos los días.


Pero aun en la soledad de mi hogar, no sé si es el olor o lo calientito y acogedor que lo siento, que el solo hecho de estar ahí, me infunde paz, armonía y tranquilidad. Siento como mi casa me abraza y me da el sustento emocional y físico que necesito en ese momento. Tal vez sean solo tonterías mías, pero mientras me funcionen, seguiré creyendo en ellas.


Es verdad, coincido contigo, hay veces que provoca salir corriendo, o como dice uno de mis hermanos, me provoca mudarme y no darle la dirección a nadie.


Pero son más los momentos de dicha, felicidad y armonía lo que me hacen apreciar ese pedacito de Edén, esa armonía de diferencias. Así que te invito a que comiences, si es que aún no has comenzado, a armar estrategias que te puedan conducir a crear esos breves momentos de paz, armonía y felicidad entre los seres que quieres y te quiere, dejando las diferencias florecer, aceptando a cada quien como es.

lunes, 15 de febrero de 2016

Dime, que hago?



Creo que es parte de mi personalidad y de mi ser traer temas y posiciones contradictorias y polémicas, pero es esa sensación o necesidad de querer solventar las diferencias mundanas.

En mi parte como psicoterapeuta encuentro una dicotomía formidable entre lo que se ha estudiado hasta ahora de la mente y lo que dicen las religiones al respecto. Hay dos temas tabús imperdibles a discutir: el sexo y el dinero. Existen gustos sexuales dentro y fuera de las conocidas parafilias que le pudieran dar sazón a la vida sexual de una persona (todo dentro de la legalidad de cada sistema por supuesto). Pero los dogmas y la iglesia atacan esos gustos, en muchas ocasiones llamándolos perversiones o desviaciones, dependiendo cual sea el caso.

El caso es si una persona le puede dar rienda suelta a su imaginación o fantasía sexual con la finalidad de poder exteriorizar y diría que hasta sanar carencias, necesidades y heridas internas, terapéuticamente hablando, estaría bien recomendar soltar las inhibiciones y darse permiso de sentir y actuar, sin perjudicar a nadie ni a sí mismo.

Pero pasando ahora el plano espiritual, por lo menos mi religión, la cristiana, pondera este asunto de manera muy diferente y hasta tajante. Como lo llama el problema del pecado de la carne, hasta el punto que manda a mutilarse la parte del cuerpo que la haga pecar, y si al caso vamos, es preferible que la persona muera (literalmente) antes de que se “pierda” en los terrenos de los deseos carnales y la lujuria.

Ahora mi diatriba acá es la siguiente: ¿Qué se supone que uno debe manejar en la sesión de psicoterapia con un cliente con esos gustos o preferencias? ¿Le debe sugerir probar sus inhibiciones de manera sana o, por el contrario, que se abstenga de hacer todo eso en detrimento de su salvación? 

La respuesta contundente de nosotros los consejeros cristianos es que se debe seguir y obedecer las leyes de Dios hasta el final y con todas sus consecuencias, sin importar las respuestas actuales y materiales de este tipo de recomendaciones, hasta el punto que hay clientes que pueden correr el riesgo de quitarse la vida por dichas carencias o “imposibilidades”.

Y ahora pregunto: ¿y qué pasa cuando la persona en cuestión ya no es un cliente si no un ser querido? He aquí unas de las posiciones más difíciles que he tenido que tomar en mi vida. Entre la vida material de un ser humano al cual amo, o seguir mis creencias religiosas y espirituales, que ya son parte firme e mis convicciones como ser humano.

Y separo las interrogantes por el simple hecho de con un cliente, en teoría, se puede ser más objetivo y cauteloso y manejar los lineamientos más idóneos y convenientes para cada caso. Pero en el caso de vivir eso en la familia es otra historia, la objetividad desaparece y se empaña con un color oscuro de zozobra, inquietud y malestar.

Y como casi todo en la vida del cristiano, todo comienza y termina de rodillas, orando al Creador, a que guie nuestros pasos, pensamientos y palabras para hacer su voluntad por delante de la nuestra, sabiendo que siempre la sabiduría infinita de Dios va por delante y siempre sucede lo mejor cuando oramos: “Señor, hágase tu voluntad.”

Les comparto que a lo largo de mi vida he tenido la dicha y el honor de compartir con muy buenos amigos homosexuales, a los cuales les tengo alta estima y me han enseñado a comprender más su visión. Pronto estaré trayendo al mundo, dando a luz, un hijo de esas experiencias desde un contexto psicológico y espiritual. Comparto lo que he aprendido y meditado hasta ahora de la homosexualidad y lo comparto con todas aquellas personas que tengan amistades, familiares o lo vivan en carne propia. La intención es poder traer a la mesa un tema de discusión poco común y un punto de vista locuaz y certero sobre cómo abordar la sexualidad desde el ámbito espiritual y psicológico, sin morir en el intento. Espero lo disfruten.

Juan Ricardo Díaz