martes, 2 de enero de 2018

Feliz 2018

Comenzando este nuevo año 2018 con buen pie, pues no se qué es ni cómo es comenzarlo con un mal pie, me pregunto: "Será con una zancadilla?"  De las famosas resoluciones de año nuevo decidí no hacer ninguna para que me vaya bien este año, y te explico por qué! Todos los años cuando me pongo esas benditas resoluciones comienzo entusiasmado a tratar de realizarlas, y luego de dos semanas no me queda pólvora ni para dos tiros adicionales. Y en menos que canta un gallo ya estoy de vuelta a mis andadas de siempre.

Por eso la mejor resolución es no tener ninguna, así no me quedo mal a mi mismo, y me digo: "mi mismo: eres lo máximo!" Este año  en el ámbito de los escrito decidí intentar comenzar con un poco de humor, pero no cualquier humor, es el humor que sólo hacer reír a mi esposa y a mis hijos y algunos de mis hermanos, yo lo llamo con cariño: Mi humor. Aunque ni es mío ni me pertenece, lo uso en tantas ocasiones que ya se me hace mío. Es un poco tonto y torpe, pero cuando le agarras el tumbao se te pega como la gripe y después no sabes qué hacer para deshacerte de eso. Pero es como el hipo, que cuando lo tienes parece eterno pero al final siempre se va.

Para esto les quiero narrar lo que me sucedió justo el 31 de diciembre del 2017. Estabamos reunidos en familia en el restaurant de un primo de mi cuñada Gloria, ya pasadito de tragos, justo cuando comenzaba a ver a las personas aún más bellas de lo que son en realidad, comenzaron a sonar todas esas canciones que sacuden el cuerpo, y aunque no quieras ni te guste o no sepas cómo bailar, te encuentras meneando la cadera al compás.

Pues resulta ser y acontece que anteriormente, en mis años mozos, me imaginaba haciendo algunos pasos en mi mente antes de salir al ruedo y cuando entraba en escena no quedaban tan bien como pensaba, pero me hacían pasar la noche. Cuarenta y tantos años después vengo a descubrir que ahora cuando me imagino lo que quiero hacer y trato, lo que sale es un desenlace de movimientos incoordinados, que si no me pongo las pilas voy derechito al suelo. Es tan desastrozo el asunto que cuando trataba de hacer uno de los pasos mas sencillos de un baile africo-venezolano como son los tambores, versión masculina, pues las féminas se la traen mas complicada la cosa; lo que me salía era un pie adelante y otro detrás tratando de moverse pero el sobre peso no se lo permitía, y al final pareciese que ambas piernas estaban sufriendo de un colpaso nervioso o una convulsión.

Cuando por fin logré desenmarañar las piernas de ese absurdo intento, no me quedó de otra que hacer los movimientos de los brazos, pero eso tampoco me salió bien pues las personas que me reodeaban pensaban que estaba bromeando con ejercicios de calistenia arítimica.

A todas estas, no habían pasado ni tres minutos de mi dolorosa experiencia para el ego y la vista cuando caí en cuenta que estaba cansado, sudorando y ya con dolor instántaneo en lo pies (o ñames, como cariñosamente los llamo) decidí a recurrir a la táctica más utilizada por viejos y gordos, buscar el trago en la barra o en la mesa y hacer señas que ya vas pa' 'lla. La verdad y gracias a Dios y a los que me veian, que decidí no volver a intentarlo porque me empezó una especia de presión en la cabeza que me decía que el cerebro ya no encontraba forma de comprender el enredo algorítmico del baile que le proponía.

Así que como mejor cmabio de opinión y me trazo las resoluciones de este año para adelgazar, aprendr a bailar y mejorar mis narraciones :)

Feliz 2018 para todos!