lunes, 30 de octubre de 2023

Coaching peligroso

He escuchado unas tantas historias de mis pacientes en donde me narran sus experiencias previas con los llamados “life coaches”.

Por el bien de todos y la salud mental de muchos, hay que comenzar por definir qué es un life coach y cuáles son áreas de trabajo.

Un life coach puede ayudarte a aclarar tus objetivos, identificar obstáculos que te estén frenando y luego idear estrategias para superar cada obstáculo.

Hasta este punto, todo va bien. El problema es cuando estos life coaches saltan la delgada línea de la salud mental de sus clientes (tristemente sucede muy a menudo) y juegan a ser psicólogos, sin preparación formal ni instrucción alguna, y mucho menos permiso legal para hacer tal cosa.

Por mejores intenciones que tengan, y lo “lógico” que puedan llegar a sonar sus “consejos”, se corre el peligro de caer en espirales emocionales, complicados de atender y, en ciertas ocasiones, con finales tenebrosos.

Traigo a colación un ejemplo simple pero profundo. El life coach se ha preparado para entender y ayudar el establecimiento de metas, asegurar su cumplimiento y apoyo para el camino. Pero en ningún momento estudia ni se prepara para comprender la complejidad de la mente humana, su comportamiento y mucho menos, las dolencias que dicha mente pueda llegar a padecer. 

Digamos que una persona sufre de trastorno bipolar tipo 1. Quizá el life coach lo comienza a entrenar en un episodio de claridad mental, en donde su cliente luce “normal”. De repente, bien sea por falta de medicamentos y asesoría médica y psicológica especializada, esa persona pasa a un episodio maniaco. El coach puede llegar a pensar que la “pega de home run” con su cliente, porque dicho cliente es capaz de conseguir hacer muchas cosas en poco tiempo, y quizás hasta logre cosas impresionantes. Aparte que su testimonio va a sonar como una película de fantasía. 

Al tiempo, quizás semanas o meses, esa misma persona puede entrar en un episodio depresivo severo. El coach, no va a entender lo que está sucediendo y va a querer “aconsejar” a la persona a cosas que no son realistas para el caso. Quizás pueda llegar al punto, sin querer, que lo empuje hacia quitarse la vida. Así de delicado es el asunto. No exagero.

Por esta y muchas otras razones, es que me doy a la tarea de escribir sobre este tema tan delicado y común en nuestra sociedad. En donde quiero ser la voz que proclama que todas las personas deben limitar sus trabajos hasta los límites de su competencia profesional, y en ninguna circunstancia, excepto ciertas condiciones especiales, cruzar el umbral de conocimientos y experticias necesarios para atender casos complejos como las psicopatologías. 

Hasta pronto.