sábado, 25 de noviembre de 2023

Hiking

Hoy volví a acompañar a mi esposa a subir cerro. Al rato de estar caminando, ya cansado por mi sobrepeso, me paso por al lado, caminando a zancadas un hombre con aspecto indio o hawaiano, con cabello largo liso, amarrado en forma de cola de caballo. Iba descalzo , como si nada. Yo con zapatos, me dolía todo.


Eso me hizo pensar en una analogía. Gente en pueblos en Africa nunca han usados zapatos en toda su vida. Caminan siempre descansos. Tanto las palmas de sus pies como las de sus manos han formado grandes callos. A tal punto que gran parte de las temperaturas altas o bajas no afectan tanto ni piedras u objetos punzante. Es como una capa protectora, regalo de la naturaleza.


Todos nacemos con estas palmas suaves y delicadas, pero solo aquellos que la usan a diario, y se esfuerzan logran formar esa capa protectora.


Pienso que las nuevas generaciones no solo necesitan tener palmas gruesas, también pieles gruesas, para que nada les afecte y puedan resistir a los vaivenes de la vida.


Nos hace falta hacer crecer las capas protectoras de nuestras creencias principales e importantes, como los valores, la moral y los buenos principios. 


El sentido del amor propio y el amor al ajeno. El patriotismo, el amor a la historia verdadera, a nuestro pasado, de donde vinimos y quienes somos.


De manera tal, que cuando alguien, sea quien sea, nos quiera hablar mal o en contra de lo nuestro, no le demos importancia y lo ignoremos, con la certeza y convicción de saber quienes somos y cuanto valemos en realidad.


Al que no le gusta, se puede ir por donde vino.