Desde el
primer siglo de los tiempos se conoce esta palabra de alquimia como la
capacidad de purificar, madurar y perfeccionar ciertos materiales. La mas
famosa era la transmutación de materiales base como el plomo y convertirlo en
un metal más noble como el oro.
La sabiduría
antigua egipcia, luego con la romana, entre otras, dejaron descrito en diversas
maneras el verdadero arte de la alquimia. Toma algo que pienses que pueda ser
de un valor regular, nada estrafalario, y lo puedes convertir en algo muy
valioso. En esta oportunidad no hablo de metales, hablo de situaciones,
personas y cosas.
Cuando un
maestro enseña a un alumno transforma su conciencia creando algo nuevo en la percepción
del alumno, eso es alquimia. Cuando usas tus dones y talentos naturales para
mejorar algo que ya existe de otra forma, eso también es alquimia. Cuando
desarrollas una idea inspirada y mueves todos los tentáculos necesarios para
hacerlo una realidad, eso es alquimia pura.
Vivimos en
constante procesos alquímicos, nos rodea todos los días, y no le prestamos atención.
La próxima vez que veas un campo en
proceso de siembra o de cosecha, o bien un edificio o casa en construcción, eso
es alquimia en acción.
Depende de
como lo percibas, el proceso de la alquimia es mágico, pero no deja de ser
real. Hay alquimias casi instantáneas, como cuando tienes un momento “Aja” o
una realización de algo y cambias tu perspectiva en seguida. Pero la gran mayoría
de esos procesos de alquimia toman tiempo. Un bebé tarda nueve meses en
gestar. Las siembras y las cosechas también tardan. Solo hay que comenzar el proceso
y luego saber esperar.
El campeón
de NASCAR de las 500 millas de Daytona 2020, Denny Hamlin, escribió a sus siete
años que iba a ser el campeón de esa misma competencia un 17 de Febrero,
treinta y dos años después lo consiguió en esa misma fecha. ¿Casualidad? Yo lo
llamo alquimia. Hay procesos largos, medianos y cortos, solo hay que saber
reconocerlos. Vivimos en un mundo de alquimia constante.
Contrario
a lo que mucha gente puede llegar a pensar acerca de la alquimia, su fin es
loable. No se escapa de la avaricia de muchos que la utilicen para sus propios términos
y ganancias, pero la esencia de la alquimia es el mejoramiento y el
perfeccionamiento del mundo y la raza humana.
Cada
proceso de alquimia está diseñado para mejorar su versión anterior. El producto
siempre debe ser un resultado exponencialmente favorable a su predecesor. No se
inventa la rueda, solo se consigue nuevos medios y formas de presentar lo ya existente.
Parafraseando al rey Salomón: “No hay nada nuevo bajo el sol”.
La
verdadera alquimia sucede cuando conoces tu verdadera naturaleza como un ser
humano con defectos y deficiencias, hambriento de necesidades mundanas y pasas
por el proceso de transformación y purificación a través del conocimiento de
Dios y su Palabra. No es lo que consigas o logres en la vida lo que realmente
tiene valor, es la persona en que te conviertas. Es mi más puro deseo que seas
una persona de bien, con un corazón contrito y humilde que agrade a Dios y su
santa voluntad.
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