Seamos
honestos, en algún lugar y de alguien has escuchado las famosas frases: “ ¿Cuantas
veces te he pedido que por favor antes de orinar en la poceta (inodoro) subas
la tapa y cuando termines baja la tapa? Hazlo solo por consideración hacia las
mujeres de este hogar… “ ¿Qué te cuesta volverle a poner la tapa a la pasta de
dientes?, ¿Por qué no aprietas el tubo de la pasta de dientes de abajo hacia arriba?, ¿Por qué no puedes
poner el papel toilette de la forma correcta?, y así indefinidamente. Las últimas
preguntas son de personas un poco más obsesiva-compulsivas. Pero de que las
hay, las hay.
El punto
importante acá no es si se hacen las cosas que el miembro de la familia o la
pareja te pide que hagas. La molestia, obstinación, frustración, rabia y hasta
peleas que se forman por este tipo de argumentos no tienen nada que ver con la
realidad de lo que está sucediendo. Son solo escamas superficiales que se dejan
ver, tocar y hasta oler de lo que se esconde en la profundidad de esas
molestias acumuladas.
Para
entender mejor el verdadero motivo de esas frustraciones y decepciones, habría
que entender que todas esas situaciones tienen su origen en una raíz sentimental.
La raíz sentimental siempre es lo que el corazón escucha, por decirlo de algún modo.
El corazón solo escucha su propio lenguaje, que no es más que el deshojar la
margarita. ¿Recuerdas lo que se dice cuando le arrancas los pétalos a la flor
en estado de enamoramiento? Me quiere o no me quiere.
Cada
vez que un “ser querido”, hace algo que ellos “saben perfectamente” que
detestamos, o dejan de hacer algo que “siempre le pedimos”, es traducido automáticamente
por el lenguaje del amor en el corazón como: “Esa persona no me ama”, porque
si me amara haría lo que yo quisiera, valoraría mas todos esos detalles que
sabe que para mí son tan importantes aunque sean tonterías.
Nada más
lejos de la verdad. Esa persona puede ser tu fan número uno, te puede amar hasta
querer dar la vida por ti, y eso no tienen nada que ver con que so hace o deja
de hacer esas cosas.
Yo
invito a todas las personas a concretarse en pensar y analizar en todo ese tipo
de circunstancias qué es eso que está escuchando nuestro corazón y filtrarlo
con la famosa pregunta: “¿Acaso eso que está escuchando mi corazón, que esa
persona no me quiere o no me ama, es cierto, es verdad? La gran mayoría de las
veces te percataras que no es verdad, no aplica, solo son tonterías nuestras.
Si la
persona verdaderamente no te ama, a decir verdad, ese es su problema, porque
todos los seres humanos, como hechuras de Dios que somos, somos seres amables,
es decir, seres capaces de ser amados por cualquier otra persona. Si esa
persona no nos quiere o nos valora, el problema lo tiene esa persona, no
nosotros. El problema se convierte en nuestro desde el mismo momento en que le
damos permiso a esa situación que cambie nuestro estado de ánimo, como nos sentimos
y lo que pensamos acerca de nosotros mismos.
Como entenderás,
al trabajar más en nosotros mismos, en nuestra propia valía, la famosa auto
estima, vamos a estar más inmunes a este tipo de situaciones cotidianas
perversas, desgastante y extenuantes, que ponen a riesgo un posible futuro
promisorio de relaciones espectaculares, pues si no se cuidan los detalles, se está
destinado a perderla.
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