Si no has
tenido la oportunidad de ver a un herrero fabricar una espada de acero, te
narro como suceden los eventos.
El herrero
toma una pieza de metal con las dimensiones cercana al tamaño final deseado de
la espada. El metal es una aleación especial para formar el acero. Toma esa
pieza y la somete a muy altas temperaturas, más de 700 grados centígrados,
hasta que el material se pone como se dice al rojo vivo, aunque realmente es
más parecido al color naranja. Cuando el metal está en su punto de calor, lo
pone sobre un yunque de metal y lo forja a golpes con un martillo muy pesado,
también de metal, para irle dando la forma que desea a la espada.
Luego de ir
aplanando los costados y dándole cierto filo, lo sumerge en líquido, el cual
esta a una temperatura mucho mas fría que el metal y produce un humo por el
cambio brusco de temperatura. Luego el herrero procede a someter al metal
nuevamente al calor del horno hasta volverlo a poner al rojo vivo, lo golpea
fuertemente, lo introduce al líquido para enfriarlo. Este proceso se repite
tantas veces sea necesaria hasta lograr el resultado deseado.
Al final
sale una espada muy duradera, o como lo llaman los herreros, unos de los
metales más nobles, pues se convierte en uno de los objetos más resistentes sin
perder su flexibilidad.
Si te suena
familiar esta historia, entonces quizás entenderás mejor la analogía de cómo
creo yo que Dios nos trata a todos nosotros. Pero recuerda que al final, saca
lo mejor de todos nosotros.
Mi más
sincero deseo es que te logres convertir en una verdadera espada de acero!
Espero que
lo hayas disfrutado y sea de tu utilidad!
Juan Ricardo Diaz
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