Primero habría
que definir ¿Qué es bueno? o ¿Quién es bueno y por qué? Como todo lo que nos
acompaña en esta vida es subjetivo y relativo. De hecho, la religión se mete de
lleno en este plano. Lo que es bueno para uno no es necesariamente bueno para
otro.
No solo hay
que ser bueno, hay que ser bueno por la razón correcta.
De las
diatribas existentes, una de las más clásicas es la de ser bueno. Para un lado
del mundo ser bueno es ser bobo, ser justo es ser imbécil, tener honor, moral y
principios es ser retrogrado o anticuado, o no estar al día con las modas, no
ser “cool”. Mostrar compasión es ser débil. Ser educado es ser gay. La realidad
es que uno no es nada de esto o aquello. Todas esas cosas son meras conductas,
comportamientos, cosas que hacemos, no somos.
Ahora bien,
la forma o manera como nos conducimos por la vida, inevitablemente, nos va a
traer serias consecuencias, a veces buenas, otras malas, depende de lo que
hagamos.
Para otro
lado del mundo, ser bueno es hasta un negocio, pues siendo bueno puedes
manejar, manipular y controlar personas con la supuesta bondad. Si uno se comporta
de manera justa, equitativa, con principios solo para dar una buena impresión,
y que los demás hablen bien de ti, entonces no eres bueno, eres un imbécil que
no conoces el valor que tienes. La falta de valor y amor propio hacen que se
busquen ese tipo de reconocimientos externos, cuando en realidad lo único que
nos puede importar es la opinión que tiene nuestro Creador sobre nosotros y la
de nosotros mismos.
Todos los aspectos
de la vida de un ser humano, si vienen como los frutos de un corazón lleno de
amor y agradecimiento, sobre todo, si viene de un corazón creyente que reconoce
que no hay otra forma de ser que no sea ser bueno, entonces ser bueno es bueno.
De lo contrario, se bueno puede ser muy malo.
La verdadera
bondad solo viene de Dios, de su profundo e infinito amor, el cual puede verse
reflejado en nuestras obras diarias, si solo si, le damos permiso a que conquiste
nuestro corazón y dejamos que actúe en nosotros. Y como casi todo lo demás en
la vida, por hacer uno que otro acto de bondad en la vida, no nos convierte en
seres buenos ni bondadosos. Para que realmente puedas pensar y sentir que estás
siendo bueno, tienes que vivirlo todos los días, es un estilo de vida, una
forma de vivir. Y solo va ser así cuando emerja de la realidad de tu corazón en
justa concordancia con tu fe. La verdadera bondad es uno de los frutos de la fe.
Frases para
reflexionar:
“Más quiero
ser malo con esperanza de ser bueno, que bueno con el propósito de ser malo”
Miguel de Cervantes.
“Si los
malos supieran el buen negocio que es ser bueno, serian buenos, aunque sea por
negocio” Facundo Cabral
“Quien de
verdad quiera ser bueno, lo será”. Séneca
“Ningún
hombre conoce lo malo que es hasta que no ha tratado de esforzarse por ser
bueno. Sólo podrás conocer la fuerza de un viento tratando de caminar contra
él, no dejándote llevar.” C.S. Lewis
Juan
Ricardo Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario