Los sueños
de niños quedaron enterrados dentro del baúl de los recuerdos.
La
esperanza juvenil se fundió en la pasión del adolescente.
La fuerza
del adulto quedo teñida con frustraciones y decepciones.
Entonces
dime ¡Oh cielo en las alturas!
¿Qué ha de
ser de mí y de mi propósito?
¿En dónde están todas todas esas cosas que permitiste que soñara?
Y ya a mi
edad se borran cual marcas en la arena de la playa de la vida,
Que con el vaivén
de las olas las va borrando una tras otra.
Me falta el
aire para respirar las bocanadas de medio siglo.
Me faltan
las ganas para seguir caminando en el atolladero con precipicios a ambos lados
de la realidad.
No entiendo
cómo después de acudir a todas las encrucijadas posibles, todavía queden sin
abrir la gran mayoría de las puertas misteriosas.
Me revuelco
en el lodo del pasado, de lo que pudo haber sido y no fue.
El fango de
todos los errores cometidos me ahoga y me ciega.
Quiero
seguir creyendo que al final habrá luz.
Quiero
seguir creyendo que llegaré a ese sitio de beneplácito y éxtasis eterno, en
donde se secaran mis lágrimas y se aquietará mi llanto.
Entonces oleré
el perfume de las rosas, cantaré junto a la brisa vespertina del amanecer, acariciaré
el viento por las tardes y reiré hasta el cansancio y quedarme dormido otra
vez.
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