Pienso que las palabras que escogemos manifiestan
nuestra realidad. Esta idea la he compartido en repetidas ocasiones de
diferentes maneras. Hoy quiero hacer hincapié en la sustitución de la palabra
fracaso por desacierto.
Aunque suene muy simple y sin mayores repercusiones,
fácilmente puede representar el cambio definitivo que necesitamos para el momento.
Si aplicamos esta idea en procesos de separación y/o
divorcio, se puede ahorrar mucho dolor y sufrimiento a las personas
involucradas. Me explico: Cuando percibimos algo como un fracaso, la mente
suele generalizar y nos podemos sentir como fracasados. Lo que es prácticamente
imposible, dado que, para ser fracasado tienes que fracasar tantas veces sean
necesarias, por un tiempo indefinido, en todas las áreas de la vida para poder
decir que “eres” una persona fracasada. En realidad, tal cosa no existe.
La palabra fracaso también connota un mal sabor,
agrio, que queda atascado en la garganta y no nos permite saborear los matices
deliciosos de la vida. Sin darnos cuenta lo hacemos igual con la palabra
triunfo, sin embargo, no nos causa problema alguno. Tampoco somos cien por
ciento triunfadores el cien por ciento de las veces. De la misma manera como
celebramos y comprendemos la temporalidad del triunfo, hagamos lo propio con el
fracaso. También es temporal y situacional.
Recuerdo de un taller que participé en donde
explicaban que la gran diferencia entre la persona común y un gran vendedor es
su respuesta al rechazo, y por ende al fracaso. Sabe que tiene que pasar por
todo eso para llegar a su meta. Recordaban el caso de la insistencia obsesiva
de Thomas Edison cuando hacia referencia a que no fracasó más de novecientas
veces tratando de crear el bombillo, solo aprendió esa misma cantidad de veces a
cómo no hacerlo. Enfoque positivo.
De la misma manera, las personas involucradas en procesos
de separación y divorcio pueden desarrollar esa piel para comprender la necesidad
de pasar por desaciertos hasta llegar al punto deseado o la meta de lo que se quiere.
Cuando te comienzas a decir que desatinaste o solo
fue un desacierto, la palabra y su implicación es mucho más ligera. Entiendes,
comprendes y aceptas que solo fallaste o no atinaste al centro de la diana a la
cual apuntabas. Lo que implica que puedes intentarlo cuantas veces sean
necesarias hasta lograr el cometido.
A parte que tienes permiso de fallar porque en ningún
momento te preparaste o estudiaste para eso. Somos humanos, falibles, y como
tales, completamente excusados frente al desatino. Ahora bien, si lo
convertimos en una forma de vivir a manera del estilo de Elizabeth Taylor con
sus matrimonios, ahí ya habría que estudiar con atención los motivos y buscar
ayuda profesional especializada.
Te invito a que comiences hoy mismo a sustituir la
palabra fracaso por desacierto. Luego me cuentas que tal te fue. Escribamos
juntos el nuevo diccionario para la nueva vida que deseamos.
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