jueves, 24 de diciembre de 2015

Cuando estar errado es fascinante

Esta entrega se la dedico a mi país Venezuela y a todos los venezolanos. Después de más de dieciséis años calándonos docenas de elecciones en donde el CNE hacía de la suya otorgando elecciones al gobierno ganando o no, se dio el milagro que el pueblo entero se cansó de tanto despilfarro, charlatanería, falsas promesas, y todas las demás cosas que solo el pueblo conoce en primera persona.

Cuando la noche del seis de diciembre estaba a la espera de la desalmada de la señora Lucena, a quien no le deseo ninguna feliz navidad, estaba más que convencido que una vez más ese organismo corrupto iba a hacer de las suyas y anunciar la fatídica frase de los resultados irreversibles, me quedé boquiabierto escuchando, como una Tibisay incómoda y dislocada comunicaba al país el mejor aguinaldo posible. La oposición ganó, y no solo ganó, sino que avasalló.

Te confieso que me equivoqué, tal como la predicción de uno de mis hermanos del alma, a quien escucho bastante en estos temas porque suele estar bien informado y es de cabeza fría. Pero esta vez el error lo reconozco con una gran sonrisa en mi cara, y no la puedo borrar, tal como leí por ahí, mi sonrisa es irreversible.

El pueblo venezolano me eriza al escuchar el himno nacional: ¡Gloria al bravo pueblo! Me demostró que lo imposible no existe en un pueblo destinado a ejercer sus derechos y poder. Si el gobierno actual, el cual tiene sus días contados, se le ocurre hacer algo estúpido (una raya más para un tigre), se va a encontrar con más del 70% de la población, estimo unas veintiún millón de personas, a las cuales tendrían que matar con ejercito prestado porque no les van a alcanzar las balas.

Así que desde ya celebro el triunfo de la democracia en mi bello país, súper orgulloso de su gente, agradecido a Dios por todos los favores concedidos y a la espera de la liberación de todos los presos políticos, muy especialmente a nuestro próximo presidente, junto a nuestra próxima primera dama, van a construir la Venezuela que Colón descubrió, bella, hermosa y poderosa.

Nos queda un largo camino por recorrer, pero que diferente va a ser todo, con un nuevo gobierno consiente del daño causado por su predecesor y con la experiencia de haber vivido las consecuencias del desinterés mancomunado de un pueblo dormido por la desidia popular.

Ahora los venezolanos estamos unidos (cabe la oportunidad para proponer la vuelta al nombre: Estados Unidos de Venezuela) enfocados en construir un gran país, capaz de sacar de sí mismo lo más preciado de nuestro terruño. Tenemos una tierra hermosa, una población increíble, todos hacemos de Venezuela una gran nación, mas allá de un territorio, un sentimiento que nos une en su construcción.

He vivido los últimos quince años de mi vida en los Estados Unidos de América y he aprendido mucho de este gran país, pero también he caído en cuenta que mi país es y siempre será Venezuela. Que tenemos el potencial enorme de hacer las cosas bien y llevar a nuestra Venezuela a una primera potencia mundial, más en calidad de vida, calidad de gente de invenciones y creatividad. Lo tenemos todo, asi que cada uno de nosotros pongamos nuestro granito de arena para desplegar una playa inmensa en nuestra tierra natal. ¡Viva Venezuela Libre!

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