Te
pregunto: ¿En algún momento te ha sucedido que estas manejando tu carro y de
repente se enciende la luz del motor en el tablero? Lo primero que puede venir
a la mente en ese momento es que algo serio puede estar sucediendo con el
automóvil, pero no sabes exactamente qué es lo que está pasando.
Ahora te
pregunto: ¿Crees que con tratar de arreglar la luz del motor que se encendió en
el tablero vas arreglar el verdadero problema por el cual se encendió esa luz?
Usando esta
analogía del automóvil te puede llevar a
comprender más fácilmente el origen y verdadera función de las emociones. Las
emociones no son la fuente del problema, son solo señales de alarma de que algo
está pasando más adentro.
Cuando sólo
te concentras en cómo te sientes, sin saberlo, te estás enfocando en el síntoma
del problema o situación, no en el origen que lo causó. Cuando te escuchas
diciendo que te sientes deprimido(a), asustado(a), nervioso(a), estás haciendo
referencia a la manifestación externa de lo que está sucediendo realmente.
Un
principio básico de la inteligencia emocional es que para poder sentir
cualquier emoción primero hay que pensar en algo. Cuando el pensamiento es consciente,
es decir, sabes que lo estás pensando, es bastante fácil dar en el clavo y
comprender el origen de la situación. Pero en muchas ocasiones “crees” que no estás
pensando en nada en específico, porque no tienes pensamientos conscientes, es
decir, no sabes lo que estás pensando. Ahí se dice que el pensamiento es inconsciente,
y puedes fácilmente deducirlo por la manera en la cual te estás sintiendo.
Siempre
vuelve a este principio básico. Si estás sitiando cualquier emoción es porque estás
pensando algo en específico de una situación, persona o cosa. Para darte una
pista, si te sientes triste, lo pensamientos va a estar relacionados a pérdidas.
Estás convencido(a)que perdiste a algo o alguien. Si tienes miedo, nervios,
temor, o hasta pánico, es porque consideras que existe una amenaza tal que
hasta tu vida o la de un ser querido corre peligro de alguna manera.
Si el caso
es que te la pasas molesto(a), con rabia, de mal humor, es porque en algún
plano consideras que existen una o varias situaciones que no son justas. Cuando
nos convencemos de que algo es injusto eso dispara la rabia en nuestro sistema.
Debajo de la rabia siempre va a ver miedo y/o tristeza.
Una vez que entiendes y
aceptas a emoción que está debajo de la rabia, la emoción va a bajar su
intensidad, e inclusive puede desaparecer.
Es
recomendable entender que todas las emociones existen por razones necesarias, y
que bien manejadas, entendiéndose saber reconocerlas a tiempo y llevarlas a
buen término por los caminos más apropiados, se pueden considerar todas
positivas pues nos dan los matices que necesitamos para experimentar las
diversas circunstancias que nos presenta la vida.
De ahora en
adelante te invito que cada vez que te encuentres diciéndote o diciéndole a
otro de cómo te sientes, más bien lo sustituyas por pensar y reflexionar, hasta
en voz alta con otra persona, qué es lo que piensas que puede estar sucediendo realmente
en el trasfondo de esa emoción que estás sintiendo. Y piensa si puedes hacer
algo para aliviarlo o resolverlo.
Recuerda
que no haces nada concentrándote en la emoción, como diciendo, es que tú no
entiendes, si estuviese sintiendo la depresión que siento no me estarías
hablando de esa manera. Amigo(a), porque pertenezco al mismo club que tú, a la
raza humana, he estado ahí, varias veces, y gracias a Dios y a la psicología,
he salido fortalecido de ella. Y así lo pienso seguir haciendo hasta que Dios
me llame a su lado.
Se me viene a la memoria un estudio bíblico que fui con los “muchachos”, en donde estábamos reflexionando
acerca del libro de Eclesiastés, escrito por el hombre más sabio que jamás haya
existido, el Rey Salomón, en donde su premisa básica es que todo es una
futilidad, vanidad o no tienen sentido. Él plantea que en la mayoría de los
casos en donde Dios permite que las mal llamadas desgracias lleguen a nuestras
vidas porque nos hemos alejado demasiado de Dios y nos está invitando a
acercarnos de nuevo a Él.
Por esto
también te invito a que de ahora en adelante, cuando te sientas experimentando
una situación dura en tu vida, manifestada por una de esas emociones incómodas,
te hagas la pregunta si será que Dios está llamando tu atención para que te
acerques más a Él, pues podías haber estado distante.
Espero que
esta reflexión te haya ayudado de alguna manera, y conversamos pronto, en la
próxima entrega en mi blog.