jueves, 22 de octubre de 2015

Otra arista de la infidelidad




 Un punto de vista muchas veces olvidado de la infidelidad en la pareja

Es importante entender la naturaleza de las infidelidades por sexo.
Es mucho más común que el hombre sea infiel por conseguir sexo con otra persona diferente a su pareja, mientras que la mujer, generalmente, debe crear primero un lazo emocional con la persona que va a cometer la infidelidad.

Aunque las estadísticas  relacionadas con los efectos de la infidelidad en la pareja muestran ciertas tendencias tales como que el 57% los hombres han cometido actos de infidelidad, un nada estimable 54% de las mujeres responde afirmativa a la misma pregunta, por lo que la idea preconcebida culturalmente de que es el hombre el más propenso a la infidelidad ha cambiado, o por lo menos, se ha sincerado.

Lo más triste de toda esta información estadística es que tan solo un 31% de las parejas resiste pasar el torbellino que implica descubrir la infidelidad de la pareja.

Puede ser beneficioso para la pareja conocer los motivos más comunes del por qué un miembro de la pareja determina ser infiel. Las razones más obvias se sacan de las ya mencionadas, en el caso de los hombres para tener sexo con una persona diferente a su pareja, y en el caso de las mujeres, por crear lazos afectivos con otra persona.

Pero si se detalla cada caso se puede concluir que una posibilidad es que se haya descuidado, mutuamente, estos dos importantes aspectos en la relación, tal como lo son el sexo y los sentimientos. Dicho coloquialmente, si en casa encuentras lo que necesitas, no se sale a buscarlo en la calle. Por lo tanto, en este sentido, es responsabilidad de ambos de asegurarse, diariamente, que estos aspectos estén cubiertos y atendidos según los requerimientos y acuerdos preestablecidos en la relación.

Salvo en contadas excepciones, se pueden encontrar casos de infidelidad por hechos patológicos, como lo podría ser la necesidad desmesurada de alguno de los miembros de la pareja por tener sexo extramarital, o por un impulsivo deseo de establecer relaciones amorosas con otras personas por descompensaciones crónicas en la autoestima.

Si una relación marcha establemente, observando detalladamente cada una de sus áreas, es poco probable que se presente el fenómeno de la infidelidad, razón por la cual se le invita a trabajar sobre cada una de las áreas para minimizar estas posibilidades.

En sesiones de Entrenamiento Vital para Parejas se ha observado que algunas parejas, las cuales han decidido vivir juntas pero sin casarse, demandan los mismos derechos que los casados, cuestión un tanto absurda debido a que esa misma pareja ha evitado, evadido crear un compromiso formal en la relación, por lo que automáticamente pierde el derecho a réplica en circunstancias de infidelidad.

Como se comenta en el capítulo de Matrimonio 2.0 de mi libro "Amaneciendo en Pareja", el acto de casarse va más allá de un simple acto de obediencia social y/o cultural. Se le está enviando un mensaje claro y conciso al inconsciente de que esa relación es importante, que se está creando un compromiso formal y hasta legal frente a testigos de lo que cada quien está comprometiéndose.

Desde esta perspectiva, entonces, es difícil concebir una relación libre de obligaciones en presencia de un documento que así lo señala, y derechos que pueden demandar el cumplimiento de dichas obligaciones, mientras que en relaciones maduras, entre adultos, que voluntariamente decidan convivir sin el compromiso del matrimonio entonces deben acarrear sus consecuencias de la falta de compromiso formal.

¿Cuáles son los límites de la infidelidad? ¿Dónde comienza la infidelidad?
La infidelidad va desde el pensamiento, deseo de estar con otra persona diferente de la pareja, hasta el acto de unión carnal con esa otra persona fuera de la relación de pareja. Inclusive, para aquellas relaciones donde se dan "permiso" a voluntad de cometer estos actos de infidelidad como los llamados "swingers" no deja de ser una falta de compromiso y de respeto para consigo mismo, su pareja y con Dios.


Juan Ricardo Díaz

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