El día
está nublado, un tanto oscuro. ¿Se puede decir que el día está feo o que no es
un buen día? De poder, si se puede. Ahora, la realidad es una cosa muy
diferente. Si le prestamos atención a cómo se comporta la naturaleza y cómo
reaccionamos a ella, podemos aprender y deducir bastante de nosotros mismos.
Puede
ser que un día lluvioso no te guste o te desagrade. Hay gente que les encanta
un día lluvioso. Les provoca dormir, descansar o hacer el amor. Hay otro grupo
de gente que se molesta porque el agua los moja y todo se vuelve un chiquero.
Si nos percatamos que cada persona puede reaccionar completamente diferente a otra
frente a un mismo evento, acaso no cabe la pregunta: ¿Qué es lo que realmente está
pasando?
Muy probablemente
las personas reaccionamos a estos eventos en base a la información previa que
tengamos guardadas de eventos similares de tiempos pasados, sobre todo si guardamos
en memoria eventos con alto contenido emocional. Para poder recordar algo en
memoria para que perdure solo hay que lograr la experiencia, bien sea en forma visual,
auditiva o kinestésica y sumarle una emoción intensa. La emoción puede ser positiva
o negativa, lo importante es el volumen o la intensidad de la misma.
Te
pongo un ejemplo, si te pregunto si ¿puedes recodar en dónde estabas y qué
estabas haciendo el 23 de Abril del 2011?, al menos que sea tu cumpleaños o una
fecha importante para ti, lo más probable es que no lo recuerdes. Pero si vives
en Estados Unidos antes del 2001 y te pregunto ¿en dónde estabas y qué estabas
haciendo el 11 de Septiembre del 2001 a las 9 de la mañana?, te garantizo que
lo vas a recordar.
Y no se
trata de que el evento de por si fue impactante, lo cual lo fue, y cambio la
historia de este país, se trata más sobre la impresión que causó en tu sistema
nervioso, las diferentes emociones que sentiste en ese momento, junto a una
alta intensidad, fue lo que ayudó a que esa experiencia se haya quedado
plasmada en tu sistema con pocas probabilidades de ser borrada.
Lo
interesante de todo este asunto es revisar cuáles son las ideas “emocionales”
que tenemos guardadas en las diferentes situaciones de la vida cotidiana, como
por ejemplo el clima que hace. Debemos revisarla para entender si nos están ayudando
a vivir una vida más agradable y placentera, o si por el contrario, nos está
haciendo atravesar un calvario innecesario.
La
invitación es a pensar y reflexionar acerca de este tema hoy día, y sonreírle
al tiempo, al día que esté como esté. Es un día hermoso, porque tú decides
hacerlo así. Todas las mañanas al despertarme y comenzar el día me repito:
“Este es el día que Señor hizo, regocijémonos y gocemos en él”. Al fin y al
cabo, esa es la verdad, cada día le pertenece a Dios, él lo hizo, con todo su
amor, con toda su sabiduría, y nada de lo que Dios hace es malo, todo es bueno.
Así que disfrutemos de las obras del Señor, ya sea un día soleado junto al mar
o con diez pies de nieve junto al lago.
Juan
Ricardo Díaz
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