Te tengo
dos noticias, una buena y una mala. Para evitar más dolor e incertidumbre
prefiero comenzar diciéndote la mala. Estás casado(a) con la persona
equivocada. Llevas años en esa misma situación, esperando que ocurra un milagro
y nada que ver. Total, le esperanza es lo último que se pierde, ¡?verdad?!
La buena noticia
es que puedes deshacerte de esa persona que tantos dolores de cabeza te ha dado
con sus cosas, sus defectos, sus exigencias excesivas, crítica y demás
quehaceres cotidianos. Resulta ser que esa persona que se ha dado a la tarea de
ir destruyendo o socavando tu felicidad a lo largo de estos últimos años, no es
otra que tú mismo(a). Pero la verdad es que ese no eres tú. Lo que tú crees que
tú eres, es una mera ilusión, una fantasía de ti. Es la sumatoria de aventuras
y desavenencias que has experimentado a lo largo de todo este tiempo. Porque
has estado como en un sueño, a veces convertido en pesadilla, no te has
percatado que eso no es tu verdadero tú.
El
verdadero tú es una persona espectacular que deseo que conozcas desde ya. La
tienes que conocer desde su esencia para que comprendas su verdadero valor.
Eres hijo(a) del Altísimo, del Creador, de Dios mismo, hecho a su imagen y
semejanza. Con todo el poder del mundo para crear la vida y las relaciones que
deseas. Si te digo que eres hijo(a) directo de Dios, quien es el Rey de
universo, eso te convierte directamente en príncipe o princesa, y te pregunto:
¿cómo se debe tratar al hijo o la hija del Rey? ¡Con todo el amor, respeto y
admiración!
Esto es una
verdad ineludible que de aceptarla se puede convertir fácilmente en el motor y
guía de tu existencia, haciéndola amena, divertida y exitosa. Te invito a que unas,
ates lo que tú eres, tu esencia, a esta idea. La cual no se mueve a lo largo de
tu vida, es una verdad absoluta, inamovible.
Ahora
quiero que te cases con este nuevo tú, quien te ama incondicionalmente, te
acepta, te aprueba, reconoce el inmenso valor que tienes por el simple hecho de
existir. No tienes que hacer ni tener nada para valer, el simple hecho de tu
origen y destino te define. Eres uno con el todo.
Mi regalo
de bodas para ti es mi constante oración por ti y los tuyos, para que PapaDios
siga colmando tu vida de dicha y felicidad, mostrándote el verdadero camino
hacia ti mismo(a), que no es más que el camino hacia Él.
Juan
Ricardo Díaz
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