lunes, 2 de noviembre de 2015

La Fuerza del Espíritu



Pregunto:
¿Quién no se ha sentido desolado? 
¿Quién no ha tenido problemas?
Las respuestas son obvias. Todos.

Ahora, el cómo han salido de las diferentes situaciones y como se han sentido antes, durante y después, es lo que marca la diferencia.

Cada persona que atiendo en mi oficina, en algún momento de la conversación, es inevitable que saque el tema de la parte espiritual. Te confieso que no se funcionar sin eso. Te explico por qué. Percibo al ser humano como alguien conformado por tres partes coexistentes e interdependientes. Ellas son: El Espíritu, el Cuerpo y la Mente (incluyendo las emociones). A manera de una mesa de tres patas, no puede mantenerse ni funcionar sin alguna de ellas.

Muchos de nosotros hemos tenido o tenemos dolencias a nivel, bien sea de la mente - las emociones - y/o del cuerpo. Hasta cierto punto hemos sabido sobrellevar, aprender y hasta en muchas ocasiones, "sanar" dichas dolencias. Pero si no inmiscuimos la parte espiritual en cualquiera de esas dolencias, dudo que vayamos a poder solucionarlas de raíz.

En mi humilde criterio y opinión, todo comienza y termina en el Espíritu. Cuando hablo del Espíritu no estoy hablando de religión alguna, más bien hago referencia a la vida, la relación y la comunicación que tienes con tu Creador. Es una llamada directa al cielo. Si vas a hablar por celular, existen empresas como Verizon, AT&T, Metro PCS, entre otras que pueden ayudarte para lograr tu cometido, pero al final de cuentas, eres tu quien eliges cual empresa tomar. De la misma manera, si vas a comunicarte con tu Creador, con Dios, la verdad es que no necesitas ninguna empresa -léase Iglesia- para tal fin, pero existen para establecer los parámetros para guiarse y asegurarse de que nos comuniquemos de la mejor manera posible.

Ya decía Hipócrates, reconocido como el padre de la medicina moderna, que la gran mayoría de las dolencias del cuerpo se formaban en el Espíritu. Prácticamente todas las enfermedades existentes están relacionadas con una desconexión con nuestra fuente, con el Creador, con Dios.

De igual manera, la gran mayoría, por no decir todas, las dolencias mentales y emocionales están relacionadas con la carencia de este elemento tan importante e imprescindible en nuestra existencia, nuestra vida espiritual.

¿Qué creyente no ha acudido en tiempos de tempestad a su creador, implorando que interceda para la pronta resolución de los conflictos y situaciones?

No hace mucho una de las personas que atiendo en mi centro me confesó que él no se sentía bien acudiendo a Dios porque lo hacía sentirse como un hipócrita e interesado, pues él sabía que solo lo buscaba en situaciones muy críticas y extremas. Yo aproveche para hablarle del amor de Dios. Dios, o como a mí me gusta llamarlo, PapaDios, es un padre amoroso, tierno, paciente y por sobre todas las cosas, muy comprensivo. Él conoce todas nuestras verdaderas necesidades y limitaciones, lee nuestro corazón y actúa acorde a su sabia voluntad.

Nunca temas en acercarte a Él cuando lo necesites, unas de sus promesas escritas es "Yo nunca te desampararé ni nunca te abandonaré". Está en la misericordiosa espera que su hijo o hija pródiga vuelva a casa, de donde salió y adonde debe retornar.

El ponerte en contacto nuevamente con tu esencia, con lo que en verdad eres, te hace recuperar el tiempo perdido, te inyecta las ganas de vivir, te enrumba y te muestra el camino a seguir. Te da la fortaleza y la confianza que sobrepasa todo entendimiento humano. Te acercas a Dios y Dios te cubre con sus alas y se regocija en su amor. Tal como lo dice mi tocayo en su primera carta: "Dios es amor y en donde esta Dios no hay temor".

Mi más sincero deseo para ti en esta oportunidad es que logres desarrollar tu relación con PapaDios y te des permiso de sentir todo su amor, apoyo, protección y cuidado en cada paso de tu vida.

Juan Ricardo Díaz

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